Agustina___________ Adaptación del cuento “La Caperucita Roja”
Había una vez

Un día
Una tarde, recibió un mensaje de texto de su madre que decía que pase urgente por su casa porque necesitaba que le envíe unos medicamentos a su abuelo que se encontraba enfermo. Su mama no podía ir porque estaba cuidando del hermanito menor de Agustina.
Ella llego casi a las 8 de la noche a la casa de sus padres, su mama la esperaba para tomar unos antes y conversar un poco ya que casi nunca la veía, porque la universidad le quitaba casi todo su tiempo libre.
Una hora más tarde Agustina se despidió de su madre quien le dio la bolsa con medicamentos para su abuelo que vivía del otro lado de los bosques de Palermo. Antes de partir, su mama le pidió que por favor vaya bordeando el boque ya que era muy tarde y la inseguridad que hay en esa zona no la dejaría tranquila hasta saber que había llegado a salvo.
Pero ella le dijo a su mama que se quede tranquila, que le mandaría un mensaje apenas llegue.
Agus había tenido una larga jornada en la facultad, y el aire tibio que provenía de los bosques resulto tentador para despejarse un rato, entonces se puso sus auriculares y caminó adentrándose en los senderos.
A esa hora ya no había demasiada gente, solo un hombre vestido de ropa deportiva parecía estar trotando un poco, como mucha gente de la zona acostumbra a hacer… quizás, de todas formas no aprecia preocuparle mucho la inseguridad que se decía, Agustina opinaba que no había que ser tan paranoico, además detestaba quedarse en casa un fin de semana completo, eso “no iba” con ella.
Ella bajo su vista al piso mientras terminaba la canción de the killers que venía escuchando y empezó a sonar un estridente Slipknot que seguramente se había colado sin querer en su lista de reproducción cuando cargo música en la computadora de su novio.
Maldiciendo se detuvo para cambiar la canción. De repente siente una mano que rozó su hombro, sobresaltada se dio vuelta con el dedo sobre la tecla de volumen del mp3 pero en vez de bajar el volumen lo subió al máximo. En un movimiento torpe y rápido se sacó los auriculares, el hombre que venía trotando estaba a mitad de una oración. Agustina le pidió disculpas y el, sonriente le repitió.
- Discúlpame si te asuste, pasa que me olvide el celular en casa y no tengo idea de que hora es, en un rato tengo que ir a buscar a mi señora.
- Ah! Ok está bien, son las 9:45.
- Hu gracias ya se me estaba haciendo tarde, vas para aquel lado? – le dijo señalando el horizonte del parque.
- Si voy para allá.
- Ah, dale, yo también voy para allá, no te molesta que te acompañe no?
- No! No hay drama.
Si bien Agustina era una chica muy sociable y popular, no se sentía del todo cómoda con la situación.
Él le preguntó si no conocía un lugar para alquilar por la zona, entonces ella le dijo que no sabía pero que las casas eran amplias, y le comento que su abuelo viva allí cerca.
Entonces
Mientras conversaban a ella le sonó, el celular, era su novio que la llamaba para ver si había llegado a su casa, en ese momento Agustina inconscientemente bajo la guardia cuando de repente sintió un terrible golpe en su cabeza que la dejo tendida en el suelo, entre nubes veía el rostro del hombre con el que venía caminando que la apuntaba con un arma. Le robo todo lo que llevaba encima y sin dejar de apuntarle le pidió que lo guie hasta la casa de su abuelo, ella se resistió, pero el amenazo con gatillarle en la cabeza.
Cuando llegaron el anciano no dudo en abrir cuando escucho la voz de su nieta, y segundos después se encontró como rehén junto a ella.
Mientras el ladrón desvalijaba toda la casa ignoraba que el celular de Agustina había alcanzado a contestar la llamada de su novio quien además de conocer los recorridos que ella hacia a diario, había logrado escuchar parte del altercado, inmediatamente corto y llamó a la policía.
Finalmente
Cuando el ladrón se aprestaba a retirarse y cargar con todo lo que había podido retirar, la puerta de la casa del abuelo se derrumbó con un estruendo, la policía había llegado y lo detuvieron inmediatamente. Cristian llego minutos después y entre sollozos Agustina prometió nunca más caminar por esos lugares de noche, no hablar con extraños y mucho menos desobedecer a su madre, sin importar que ya tuviese 20 años, no podía perdonarse haber puesto en riesgo su vida y la de su abuelo por una imprudencia.
Ella llego casi a las 8 de la noche a la casa de sus padres, su mama la esperaba para tomar unos antes y conversar un poco ya que casi nunca la veía, porque la universidad le quitaba casi todo su tiempo libre.
Una hora más tarde Agustina se despidió de su madre quien le dio la bolsa con medicamentos para su abuelo que vivía del otro lado de los bosques de Palermo. Antes de partir, su mama le pidió que por favor vaya bordeando el boque ya que era muy tarde y la inseguridad que hay en esa zona no la dejaría tranquila hasta saber que había llegado a salvo.
Pero ella le dijo a su mama que se quede tranquila, que le mandaría un mensaje apenas llegue.
Agus había tenido una larga jornada en la facultad, y el aire tibio que provenía de los bosques resulto tentador para despejarse un rato, entonces se puso sus auriculares y caminó adentrándose en los senderos.
A esa hora ya no había demasiada gente, solo un hombre vestido de ropa deportiva parecía estar trotando un poco, como mucha gente de la zona acostumbra a hacer… quizás, de todas formas no aprecia preocuparle mucho la inseguridad que se decía, Agustina opinaba que no había que ser tan paranoico, además detestaba quedarse en casa un fin de semana completo, eso “no iba” con ella.
Ella bajo su vista al piso mientras terminaba la canción de the killers que venía escuchando y empezó a sonar un estridente Slipknot que seguramente se había colado sin querer en su lista de reproducción cuando cargo música en la computadora de su novio.
Maldiciendo se detuvo para cambiar la canción. De repente siente una mano que rozó su hombro, sobresaltada se dio vuelta con el dedo sobre la tecla de volumen del mp3 pero en vez de bajar el volumen lo subió al máximo. En un movimiento torpe y rápido se sacó los auriculares, el hombre que venía trotando estaba a mitad de una oración. Agustina le pidió disculpas y el, sonriente le repitió.
- Discúlpame si te asuste, pasa que me olvide el celular en casa y no tengo idea de que hora es, en un rato tengo que ir a buscar a mi señora.
- Ah! Ok está bien, son las 9:45.
- Hu gracias ya se me estaba haciendo tarde, vas para aquel lado? – le dijo señalando el horizonte del parque.
- Si voy para allá.
- Ah, dale, yo también voy para allá, no te molesta que te acompañe no?
- No! No hay drama.
Si bien Agustina era una chica muy sociable y popular, no se sentía del todo cómoda con la situación.
Él le preguntó si no conocía un lugar para alquilar por la zona, entonces ella le dijo que no sabía pero que las casas eran amplias, y le comento que su abuelo viva allí cerca.
Entonces
Mientras conversaban a ella le sonó, el celular, era su novio que la llamaba para ver si había llegado a su casa, en ese momento Agustina inconscientemente bajo la guardia cuando de repente sintió un terrible golpe en su cabeza que la dejo tendida en el suelo, entre nubes veía el rostro del hombre con el que venía caminando que la apuntaba con un arma. Le robo todo lo que llevaba encima y sin dejar de apuntarle le pidió que lo guie hasta la casa de su abuelo, ella se resistió, pero el amenazo con gatillarle en la cabeza.
Cuando llegaron el anciano no dudo en abrir cuando escucho la voz de su nieta, y segundos después se encontró como rehén junto a ella.
Mientras el ladrón desvalijaba toda la casa ignoraba que el celular de Agustina había alcanzado a contestar la llamada de su novio quien además de conocer los recorridos que ella hacia a diario, había logrado escuchar parte del altercado, inmediatamente corto y llamó a la policía.
Finalmente
Cuando el ladrón se aprestaba a retirarse y cargar con todo lo que había podido retirar, la puerta de la casa del abuelo se derrumbó con un estruendo, la policía había llegado y lo detuvieron inmediatamente. Cristian llego minutos después y entre sollozos Agustina prometió nunca más caminar por esos lugares de noche, no hablar con extraños y mucho menos desobedecer a su madre, sin importar que ya tuviese 20 años, no podía perdonarse haber puesto en riesgo su vida y la de su abuelo por una imprudencia.
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